Adpatacion al acmbio

La capacidad de adaptación: cómo afrontar la incertidumbre que nos produce un cambio

Es inevitable que en la vida tengamos que afrontar cambios de rutina, de personas y del entorno en general que hacen necesaria una buena capacidad de adaptación. En ocasiones somos nosotros quienes elegimos esos cambios porque siempre pensamos que es para mejorar, pero en otras llegan por sí solos. En esos casos nos cuesta más afrontarlos y sacar rédito de ellos. 

Ya lo dijo Bruce Lee en una entrevista con una frase que se ha convertido en un mantra para muchas personas: “Be water, my friend”. Es parte de una corriente de pensamiento de la antigua China que dice que las personas tenemos que ser parte del cambio y aceptarlo con humildad.

Nuestra capacidad de adaptación al cambio condiciona cómo vamos a vivirlo. Hay quienes los afrontan con más fuerza y positividad, y los hay también que se muestran reacios a ello, con miedo o negatividad. Lo que hace que reaccionemos de una forma u otra es la forma en la que gestionamos la incertidumbre.

¿Qué es la capacidad de adaptación?

¿En qué consiste la capacidad de adaptación? Es el potencial que tiene cada persona para proporcionar una respuesta adecuada a los cambios y novedades que se producen en su entorno. La capacidad de adaptación requiere de la capacidad para variar los comportamientos, los pensamientos y las emociones de cada persona.

Un cambio trae siempre consigo un periodo de incertidumbre, de duda, de la falta de certeza a la que todo ser humano aspira en su vida. Esto hace que a veces no podamos mirar la realidad con perspectiva y percibamos el cambio como una amenaza.

Sin embargo, la vida es un cambio continuo. Nos resistimos a ellos y, en ocasiones, preferimos aferrarnos a su curso esperando que ningún cambio nos rete en la vida e ignorando nuestra capacidad de adaptación. Nacemos, crecemos y morimos.

Huimos de la incertidumbre y seguimos los estándares establecidos que hemos aprendido que hay que tener en una vida. La seguridad y la certeza. Un trabajo fijo, una pareja estable, un lugar fijo donde establecerse, las vacaciones siempre en el mismo lugar…

La actitud que tomas ante la vida va a condicionar tu capacidad de adaptación. Es inevitable que el entorno cambie y que nosotros cambiemos según vamos viviendo diferentes experiencias, conociendo a diferentes personas, descubriendo lugares nuevos.

Adaptarse a los cambios que ocurren en nuestro entorno, sin aferrarnos a una situación pasada, por la incertidumbre que crea el futuro puede tener consecuencias negativas en las emociones, que nos llevan a sentir frustración o el enfado. Es por eso que tenemos que estar dispuestos a reactivar emociones y abiertos a crear nuevos enfoques de pensamiento.

La capacidad de adaptación nos permite progresar en todos los aspectos de la vida. Es un proceso principalmente personal, pero que también se tiene que llevar a cabo desde las empresas y, en general, en todo el tejido social.

La incertidumbre, ¿qué nos produce?

Uno de los principales motivos por los que el ser humano se niega a aceptar un cambio es por la incertidumbre que este crea. Es el vértigo de mirar hacia abajo en un acantilado del que apenas ves el final. La incertidumbre nos produce miedo, y si no sabemos gestionarlo, puede terminar paralizándonos.

El miedo al futuro, a lo que pueda venir, no nos deja además disfrutar del presente. La incertidumbre es una de las emociones que más dificultades presenta para poder ser gestionada porque no depende, en la mayoría de los casos, de nosotros. Podemos poner muchos ejemplos: “Y si los nuevos compañeros creen que no soy suficiente para ocupar este puesto”, “y si no encuentro piso en esa ciudad”, “y si no es lo que quiero…”

El rechazo o miedo al cambio nos recuerda que queremos tener todos los aspectos de nuestra vida bajo control, aunque eso es una tarea prácticamente imposible. Por eso es necesario aprender a gestionar la incertidumbre. ¿Sabes cómo hacerlo?

  • Aprende a vivir el presente y a disfrutar de él sin que las preocupaciones del futuro te saturen. Es normal mirar al futuro, pero hazlo con perspectiva. Si vives el presente y eres dueño de él, puedes ir construyendo el futuro que quieres. Cuando pienses en lo que puede pasar recuerda esta frase: “es un problema para mi yo del futuro”. Focaliza tu energía en el presente.
  • No permitas que tu círculo de preocupación, donde están los problemas que te preocupan, pero no dependen de ti, te quite energía para atender el círculo de influencia, donde sí puedes actuar. Ante un cambio, ocúpate de que lo sí puedes hacer para adaptarte a él, no de lo que no está en tus manos.
  • Cuestiona tus propios pensamientos. ¿Seguro que esa situación que te estás imaginando es así de catastrófica? Cuando miramos desde la óptica del miedo todo parece más difícil. Procura mirar de forma objetiva lo que va a producir en ti ese cambio, coméntalo con tu entorno y que te den su opinión, seguro que no es tan grave.
  • Sé flexible. Recuerda que no puedes controlarlo todo y que no tienes por qué hacerlo. El cambio va a llegar y tú vas a ir sorteando los obstáculos que este puede traer. Poco a poco conseguirás superarlos si tienes una mentalidad flexible y abierta.

 ¿Por qué tenemos miedo a los cambios? Porque nuestra mente, nuestro cerebro lo percibe como una amenaza. Creemos que un cambio traerá dejar atrás cosas que ya conocemos y con las que estamos a gusto, aunque luego no sea así. Podemos pensar que vamos a fracasar, o que el cambio va a crear un rechazo en nuestro entorno.

No dejes que el miedo te invada. Solo aprendiendo a gestionar la incertidumbre vas a descubrir tu capacidad de adaptación y vas a entender que no era tan grave como te lo imaginabas. Te sentirás satisfecho y lograrás aumentar tu autoestima.

Adaptarse al cambio como idea de supervivencia

Suena lejano y hoy en día, por suerte, ninguna persona corre peligro si no desarrolla su capacidad de adaptación. La necesidad de adaptarse a los cambios viene de lejos, y ya lo dijo Charles Darwin: “solo sobreviven los que se adaptan mejor al cambio”.

La explicación de esta idea es que las especies se van adaptando a los cambios para poder sobrevivir y eso produce cambios en la propia especie. En el ser humano, el cerebro reptiliano, que es el más antiguo y se comparte con otras especies, es la encargada de la supervivencia y los instintos más básicos. De él dependía el instinto de supervivencia que, necesariamente, requería capacidad de adaptación.

Como ves, la capacidad de adaptación es necesaria desde que conoce la propia especie humana. Aunque hoy en día no condiciona la supervivencia de ningún ser humano, no saber gestionar la incertidumbre y no querer adaptarse a los cambios puede tener consecuencias en las emociones que sentimos y en la capacidad humana de desarrollarse.

Cuando mantienes una mente flexible, sabes gestionar tus emociones y estás dispuesto a seguir creciendo como persona, los cambios van a ser tu mejor oportunidad para aprender y disfrutar de cada experiencia de la vida. ¿Te las vas a perder?