¿Por qué aprender a gestionar tus emociones?
¿Qué es una emoción? Seguro que sabes lo que es, pero no sabrías cómo describirla o dibujarla. Es una reacción de la mente, la sensación que impulsa al ser humano a realizar una acción, a reaccionar de una forma concreta. Una emoción es sentir alegría, tristeza, miedo, incertidumbre…
El psicólogo Jones y Jones describió así las emociones en su libro Physiological Psychology: “Casi todo el mundo sabe qué es una emoción hasta que intenta definirla. En ese momento prácticamente nadie afirma entenderla”.
Cada día podemos detectar cientos de emociones diferentes, y reaccionamos de forma diferente con cada una de ellas. A veces podemos actuar de forma inesperada, otras, sin embargo, sabemos cuál va a ser nuestra respuesta fisiológica, porque ya lo hemos experimentado antes. Cuando tenemos miedo, por ejemplo, cerramos los ojos, o gritamos.
La gestión de las emociones es un ejercicio necesario para poder sobrellevar todo aquello que sentimos, y controlar así la reacción fisiológica que ello provoca. Mediante ello conseguimos tener un mayor bienestar individual y una relación más fructífera con las personas que nos rodean.
El autocontrol emocional, ¿qué es?
La gestión emocional se basa en el autocontrol emocional, y puede verse condicionado por el temperamento y carácter personal. Se trata de un ejercicio de conocimiento profundo de las emociones personales y cómo se reacciona en consecuencia. Es fundamental hacer un estudio profundo individual para conocer qué situaciones nos producen ciertas emociones.
El autocontrol emocional no quiere decir que haya que suprimir las emociones, ni mucho menos. Los seres humanos nacemos y morimos con emociones, son intrínsecas, innatas e importantes para desarrollarnos como persona. El autocontrol emocional es la capacidad para entender esas emociones y limitar la respuesta fisiológica que estas provocan a unos parámetros socialmente establecidos.
Por ejemplo, que el trabajo no salga a tiempo te puede provocar ira, pero la gestión de las emociones te permite controlar los impulsos como dar un golpe sobre la mesa, gritar o pensar que el culpable ha sido uno de tus compañeros y actuar con resentimiento.
Cuando nos movemos en un entorno social, trabajamos día a día con un equipo, codo a codo con otras personas puede ocurrir que las relaciones se crispen. Si hay situaciones que nos producen rabia, enfado o frustración, por ejemplo, puede acabar afectando a la productividad del día a día, no solo personal sino de un grupo.
Aprender a cómo gestionar las emociones contribuye a mejorar la vida personal y puede ser de gran ayuda para sacar adelante un proyecto profesional. El autocontrol emocional es beneficioso para vivir en armonía con uno mismo y, en consecuencia, con el entorno.
Gestión emocional ¿Cómo hacerlo?
Es un trabajo personal e individual, para el que se tiene que estar concienciado y actuar con la determinación de conseguirlo. En un proceso de conocimiento interno para mejorar las reacciones y controlar los impulsos que provoca una situación.
Lo más importante es detectar qué quieres cambiar en tu forma de reaccionar y asociar ese impulso a la emoción. Una vez detectada la emoción, empieza el viaje de conocimiento interno para descubrir qué es lo que te provoca esa emoción.
Cada persona es diferente, y por eso cada una tiene una personalidad. El carácter y el temperamento individual son factores clave a la hora de desarrollar la forma de ser de cada una. Aunque estos factores suelen ser permanentes en la persona, al trabajar en la gestión de las emociones se pretende adaptar la respuesta fisiológica que brota de una emoción y puede conllevar consecuencias en un entorno social.
Cabe destacar que no hay emociones malas ni buenas, sino agradables y desagradables. Por supuesto las agradables son las que hacen sentir bien como la alegría, la plenitud o la felicidad, y las desagradables las que provocan rabia, enfado o frustración. Son estas últimas las que habitualmente se aprenden a gestionar para que no afecten a las relaciones sociales y al carácter personal.
Algunos de los trucos para detectar tus emociones y conocer qué situaciones son las que provocan las respuestas fisiológicas que te gustaría cambiar son los siguientes:
- Meditar para emprender el viaje interno al conocimiento personal.
- Escribir en una hoja de papel cómo te gustaría reaccionar ante diferentes situaciones, cómo te sientes y qué quieres cambiar.
- Mirarte al espejo y tener una conversación íntima sobre tu carácter y personalidad.
En el entorno social es habitual que las emociones puedan sobrepasarnos y que nuestro carácter se vea alterado. Al fin y al cabo, nos enfrentamos a diario a situaciones de presión, cometemos errores y pasamos mucho tiempo con otras personas que pueden no tener la misma forma de reaccionar que nosotros.
Una vez detectadas estas emociones, ya has dado el primer paso para aprender sobre la gestión emocional y poder así tener un autocontrol emocional. Por ejemplo, en tu día a día puedes llevar a cabo varias prácticas y ejercicios que te ayuden a conseguir gestionar las emociones y favorecer así a un clima más armónico y fluido con tu entorno.
- Fomentar la comunicación, para evitar que haya resentimientos con tu familia, tu entorno social o tus compañeros de trabajo. Esta sensación hará que tu carácter no se vea afectado por una situación que has podido entender de forma incorrecta o poco precisa.
- Trabajar por ser optimista, pero también realista para desarrollar emociones orientadas a la construcción basadas en las expectativas positivas que existen para ti en el futuro.
- Intenta mantener siempre una actitud positiva. Esto contribuirá a tu autocontrol emocional y afectará de forma directa a tu carácter.
- Practica el Mindfulness, también conocido como atención plena. Este ejercicio trata de conseguir que las personas presten atención de manera consciente al presente, con atención, curiosidad y aceptación. Esta práctica te ayudará a concentrarte en el “ahora” y que las emociones de “lo que pueda venir” no afecten al momento presente.
La importancia del perdón y la aceptación
A veces cuando se habla del perdón se piensa únicamente en realizar esa acción con otras personas, pero una clave de la gestión emocional es también el perdón individual. Lo mismo ocurre con la aceptación.
Por supuesto, el perdón y la aceptación con otras personas son también importantes para transitar en las emociones, evitar el rencor o el resentimiento, y que nuestras acciones no estén condicionadas por emociones desagradables.
La capacidad de aprender a pedir perdón beneficia emocionalmente a las dos partes del conflicto. Por un lado, la persona que pide perdón asume que ha cometido un error y pasa por un proceso de aceptación individual. Por otro lado, quien perdona elimina las emociones desagradables.
El perdón y la aceptación individual supone entender que en nuestros errores siempre hay posibilidades de mejorar, y es fundamental verlo como una oportunidad para seguir adelante para evitar la frustración, el enfado o la apatía. Cuando una persona aprende a perdonarse y aceptarse a sí misma, además de poder gestionar sus emociones, beneficia las relaciones sociales porque se siente en armonía.
La gestión emocional es, por tanto, un camino individual que puede ser intenso pero que trae beneficios propios y para el entorno. Las personas capaces de autocontrolar sus emociones disfrutan de mayores capacidades sociales en todos los ámbitos de su día a día.