comunicacion pasiva y comunicacion agresiva

Qué son la comunicación pasiva y la comunicación agresiva

A menudo hemos hablado de cuál es la mejor forma de comunicarnos con el resto de seres humanos del mundo para crear vínculos, evitar conflictos o lograr tener relaciones interpersonales fructíferas.

Cuando nos referimos a la mejor forma de comunicarnos, hablamos de la comunicación asertiva. Aquella en la que aceptas las críticas y opiniones ajenas pero expresas también tus deseos desde el respeto hacia la otra persona. Este es un tipo de comunicación, por decirlo así, del centro. A sus extremos se colocan, por un lado, la comunicación pasiva y, por el otro, la comunicación agresiva.

En este artículo vamos a desgranar qué significa cada una de las comunicaciones que se encuentran a los extremos de la comunicación asertiva. Aprenderás a diferenciarlas, además, con los ejemplos que podrás ver al final.

Comunicación pasiva: ocultar los pensamientos y deseos

Las personas que practican la comunicación pasiva se caracterizan por no expresar lo que siente, piensa o desea en todo momento. Es una comunicación que puede generar mucho desgaste emocional, frustración, al no exponer esos sentimientos del día a día.

El objetivo de las personas que practican este tipo de comunicación es no entrar en ningún momento en conflicto con el resto de miembros de un grupo, con amigos, familiares o con su pareja. Ocultan sus sentimientos con tal de evitar cualquier tipo de confrontación o situación de tensión.

Las características más habituales de estas personas se pueden ver en el lenguaje no verbal, por ejemplo. Vamos a recoger algunas de ellas.

  1. La característica que más define este tipo de comunicación es que quien la practica no manifiesta sus deseos. Deciden guardarse comentarios, ideas o deseos por miedo a ser rechazados o que estos puedan crear algún tipo de problema.
  2. Nunca mostrarse contrario a la postura de otra persona. Aunque no esté de acuerdo respaldará siempre las opiniones o ideas de otra persona frente a las suyas con tal de evitar un desencuentro por la diferencia de puntos de vista. No valora la posibilidad de debatir.
  3. Evita utilizar la primera persona y aplica el tiempo verbal impersonal. En lugar de utilizar frases como “necesitaría que…”, se decanta por utilizar fórmulas impersonales como “se tendría que…”.
  4. El lenguaje no verbal será del tipo sumiso, como hemos dicho, manteniendo un perfil bajo. A la hora de mantener una conversación con personas que practican la comunicación pasiva tienden a no mirar a los ojos, utilizar un tono de voz bajo, colocar su cuerpo en posición defensiva, como si fuera a salir corriendo.
  5. Está continuamente pidiendo disculpas por sus actos, aunque no tenga por qué hacerlo.

Este tipo de comunicación propicia la acumulación de frustraciones, el resentimiento y falta de bienestar emocional, en general. No expresar tus emociones o ideas puede ser además un indicativo de baja autoestima. Además de indicativo, puede ser también un detonante, por lo que termina convirtiéndose en una espiral que no parece tener un final.

Comunicación agresiva: cuando solo importan los derechos y opiniones propias

En el otro extremo de la comunicación asertiva y siendo completamente opuesta a la comunicación pasiva se encuentra la comunicación agresiva. En este tipo de comunicación, las personas solo tienen en cuenta sus derechos, opiniones y sentimientos, y pueden despreciar las del resto.

La forma de comunicarnos, además, es brusca, habitualmente irrespetuosa con el resto de personas y con el único objetivo de defender la visión propia sin dar pie a un posible debate o intercambio de puntos de vista.

A continuación, puedes ver algunas de las características más comunes de las personas que practican la comunicación agresiva.

  1. Utilizan la comunicación verbal para emitir comentarios irrespetuosos, sarcásticos, humillantes o incluso amenazas. Tienden a hablar con un tono de voz elevado y pueden murmurar de forma malintencionada con el objetivo de ofender a otras personas.
  2. En cuanto a la comunicación no verbal, utilizan el contacto visual de forma que puede llegar a intimidar con el objetivo de retar o expresar dominio de la situación. Mantiene una postura corporal tensa y puede tener gestos que muestran tensión como los puños cerrados. Pueden llegar a utilizar gestos amenazantes como señalar con el dedo de forma acusatoria.
  3. Predomina el dominio frente al resto. Levantan la voz por encima del resto de personas, interrumpen cuando les parece necesario y tienden a quejarse por las actitudes, situaciones o deberes con los que no están de acuerdo.

Generalmente, este tipo de comunicación oculta carencias emocionales y sociales como falta de inteligencia emocional, y, por supuesto, habilidades comunicativas. Además, puede ser también una herramienta de defensa para la baja autoestima.

Pueden sentirse inferiores a los demás en cuestión de conocimientos, por ejemplo, y la forma de hacerse valer es creando una imagen de superioridad a través de la comunicación agresiva.

Por supuesto, este tipo de comunicación es totalmente perjudicial para las relaciones interpersonales y deteriorar la calidad de los vínculos sociales. Afectan de forma directa a los sentimientos y la autoestima de los interlocutores.

Ejemplos de las diferencias entre la comunicación pasiva y la comunicación agresiva

Para profundizar más en la diferencia entre este tipo de comunicaciones, vamos a ver cómo reaccionarían en diferentes situaciones una persona que practica la comunicación pasiva, una que practica la comunicación agresiva y, por último, una que lo hace desde la asertividad.

1. En una conversación entre compañeros o amigos. Sea cual sea el tema sobre el que se está hablando es muy significativo cómo reacciona cada una de las personas según el tipo de comunicación que ejerce.

  • Una persona con comunicación pasiva se mantendrá al margen dentro de lo posible. Hará pocas aportaciones y tendrá un lenguaje corporal sumiso, como si el asunto no fuera con ella. Puede decir frases como “bueno, no sé, como veáis” o “podría estar bien que eso ocurriera”.
  • Una persona con comunicación agresiva interrumpiría, aumentaría el tono para ponerse por encima del resto de personas y hablaría mientras otra persona está intentando exponer sus ideas. Puede decir frases como “no tienes ni idea”, “mejor cállate” o “no tienes razón y yo sí”.
  • Una persona asertiva respetaría los turnos para hablar, indagaría en las razones del resto de personas para defender esa postura y expondría la suya con argumentos. Utilizaría frases como “pienso que…”, “¿no creéis que…?” o “quizás una buena opción sería…”.

2. En el reparto de tareas, por ejemplo, en el ámbito laboral o en las tareas domésticas, por ejemplo.

  • La comunicación pasiva sería aceptar todo aquello que otras personas no quieren hacer, sin expresar que es demasiado o que, simplemente, no quiere hacerlo. Utilizará frases como “está bien, yo me encargaré”.
  • Con la comunicación pasiva intentaría hacer sólo lo que le apetezca sin tener en cuenta la opinión de los demás y poniéndose por encima. Por ejemplo, utilizaría frases como “no pienso hacerlo, hazlo tú”, “cómo lo hagas tú, tendrá consecuencias” o “no lo voy a hacer y punto”.
  • Una persona asertiva intentaría llegar a un acuerdo que beneficie a todo el grupo con frases como “necesito ayuda con esto, pero lo podemos dejar para más adelante si ahora no puedes”.

Como ves, es fundamental conocer los tipos de comunicación que existen y detectar cual es la tuya para empezar a trabajar en ella y lograr mayor bienestar alejándote de los extremos. El cambio está en ti.